Suavizado de plumines
(NOTA: Algunas de las
imágenes usadas en este documento se han tomado del web de
John Mottishaw, nibs.com, con permiso expreso del autor).
Los autores dan su permiso expreso para que el contenido de este
artículo sea reproducido, total o parcialmente, por
terceros, a condición de que en la reproducción se
especifique explícitamente su autoría, y se
respeten los copyrights de las imágenes de John
Mottishaw.
He aquí un escenario que a muchos nos resultará familiar: un coleccionista se enamora de un cierto modelo (costoso) de pluma, y, tras meses de esfuerzos, consigue ahorrar lo suficiente para comprarla. Con la ilusión de un chiquillo nuestro coleccionista se acerca, por fin, a la tienda, donde por supuesto le ofrecen probarla, mojando el plumín. Mientras escribe algunos garabatos y palabras en el magnífico papel de la tienda, nuestro coleccionista nota que no parece ir demasiado suave, pero con la excitación del momento no le da mayor importancia. Sin embargo, una vez que nuestro coleccionista llega a casa con su pluma nueva y la prueba con su propio papel y tinta, es cuando comprueba que, efectivamente, el plumín rasca. Cuanto más escribe con ella, más irritante se le hace esta sensación, hasta que llega un momento en el que la pluma que tanto había deseado queda condenada a no salir más de su caja o, peor aún, termina en una subasta de e-bay, o en la página de ventas de un foro de Internet.
Para el coleccionista-usuario, el problema de que una pluma rasque al escribir es un contratiempo relativamente frecuente que afecta tanto a la pluma antigua como a la moderna, especialmente en puntos XF o F. En el caso de la pluma moderna parece existir entre los coleccionistas la idea, relativamente extendida, de que una pluma nueva es como un coche, que necesita un periodo de rodaje para ir fino. Una frase que he oído más de una vez en los Pen Shows es: “La pluma rasca un poco, pero ya la iré domando”.
Esta idea de que la pluma necesita ser “domada” encierra dos errores:
Por su parte, en la pluma antigua (a la que el coleccionista gravitará de forma natural, por la belleza de sus materiales y formas, y por la fiabilidad y eficiencia de su funcionamiento), el problema del rascado es mucho más frecuente, porque en la mayoría de los casos se trata de plumas usadas (o abusadas). Debe asumirse que la probabilidad de que rasque una pluma antigua comprada sin haber sido restaurada por un profesional competente es bastante alta, lo que sin duda explica porqué la primera experiencia de numerosos coleccionistas con la pluma antigua resulta negativa.
El propósito de este artículo es ayudar al coleccionista a comprender cual es el origen de la sensación que denominamos genéricamente “rascado”, a diagnosticar si el rascado en su pluma es normal o extensivo, y en este último caso a diagnosticar cual es su causa. El artículo también describirá algunas de las técnicas que, usadas con precaución, permiten reducir o eliminar el rascado excesivo en un punto.
Antes de proseguir con el artículo, quiero aclarar que sólo soy un coleccionista aficionado que, enfrentado al elevado coste de enviar a reparar una pluma a un profesional, he tenido que aprender en plan autodidacta (a partir de la información disponible en Internet) las técnicas de suavizado y ajuste de flujo para aplicarlas a mis propias plumas; por lo tanto, no tengo ni la experiencia ni la pericia que tienen los profesionales para hacer las reparaciones más dificiles en un plumín (como, por ejemplo, corregir dobleces en un gavilán usando un "bloque de plumines"). Ni tampoco tengo el depósito de plumines de repuesto que los profesionales tienen para poder reemplazarlos cuando una reparación termina de mala manera...
Sin embargo, debo también añadir que la experiencia que he adquirido los últimos tres años con un buen número de plumas (muchas de ellas compradas sin reparar, y con plumines viejos, desgastados o deformados) me permite hoy día ser capaz de obtener, de forma consistente, resultados razonablemente buenos a la hora de ajustar o suavizar un plumín. Por supuesto, donde un John Mottishaw o un Damiá Onsés obtendrían un buen punto a la primera, yo necesitaré ciertas dosis de tanteo y error hasta obtener un resultado correcto; no en vano dice el refrán que la experiencia es un grado...
Por tanto, a beneficio de inventario aceptemos que los contenidos de este artículo, usados con precaución, proporcionan consejos válidos para ayudar al coleccionista aficionado a corregir problemas sencillos en sus plumines. No obstante, debo introducir aquí los siguientes avisos:
Un magnífico consejo que, a modo de mantra, encontraremos en todos los libros sobre reparaciones de plumas y foros de Internet es el siguiente: nunca (y quiero decir realmente NUNCA) intente aprender estas técnicas empezando directamente con plumines valiosos (modernos o antiguos), porque es inevitable que estropeará alguno, y tendrá un doble disgusto (por hacerlo mal, y por lo caro que le habrá salido el aprendizaje). Para aprender, comience SIEMPRE con plumas baratas (modernas o antiguas); así, si algo sale mal, lo único que sufrirá será su amor propio, no su bolsillo.
El primer paso para conseguir corregir el defecto de que un plumín rasque es definir correctamente qué se entiende por "rascar", y cuándo ese rascar es excesivo. Para ello, comenzaremos con una estupenda descripción (que hace nuestro amigo Miguel Huineman, en el texto en cursiva) de cómo la geometría del punto del plumín conduce, inevitablemente, a la existencia de una cierta sensación de rascado. (NOTA: Todos los dibujos que aparecen a continuación han sido realizados por Miguel).
Si vais a un museo, o al tesoro de una catedral, y veis un
manuscrito hecho con pluma de ave, notaréis que alrededor
de los trazos rápidos (descendentes laterales) hay a veces
una nube de minigotas, que indican que los gavilanes de la pluma
rascaron y salpicaron el pergamino.
Algunos, por edad, tuvimos la suerte de tener la desgracia de
usar plumillas de palillero. Fué un avance enorme (sobre
todo para los gansos, patos, pavos y cuervos), pero sabemos que
rascaban horrores (además de emborronar).
La pluma estilográfica con punta del plumín de
iridio (u osmio, más barato) fué una
bendición por la notable reducción de este rascado,
tan sólo cuestionada años más tarde por la
llegada del bolígrafo que, aunque usa tinta espesa que
requiere un fuerte arrastre, no rasca al estar su punta terminada
en una esfera.
Todo esto parece indicar que el rascar es inherente a un
plumín. Pero ¿por qué rasca un
plumín?.
Imaginemos que miramos de frente, a través del
microscopio, una sección del punto del plumín. Lo
que veríamos es algo así:
(Imágen usada con permiso de John Mottishaw) |
Esta imágen corresponde a un plumín perfecto,
sin rebabas de corte y con los gavilanes parejos.
Supongamos ahora que apoyamos este plumín perfecto sobre
un papel liso como cristal. Como somos humanos (y por tanto no
perfectos) nos desviamos un poco de la verticalidad, como muestra
esta figura:
En esta postura el gavilán "A" tiene más
carga y flexa hacia arriba un poco más que el "B", cosa
que aprovecha la semiesfera "B" para meter su borde afilado
contra la superficie del papel. Así, un deslizamiento del
plumín hacia la izquierda hará que la esquina de la
semiesfera "B" rasque contra el papel como un buríl.
En los plumines rígidos habituales desde los años
50 el desplazamiento entre las semiesferas "A" y "B" se mide en
décimas o centésimas de milímetro, y el
rascado es más aparente cuanto mayor sea este
desplazamiento.
Adicionalmente, el papel real no es liso como hemos supuesto,
sino que tiene rugosidades y fibras, y se hunde comprimido por la
presión del punto, todo lo cual contribuye a que el borde
de la semiesfera "B" se enganche, y por tanto rasque aún
más.
Tenemos, pues, como resultado que un plumín rasca por
su propia construcción.
Es interesante añadir que las medidas del desplazamiento que describe Miguel corresponden a un plumín rígido, pero en los plumines flexibles (que son capaces de alterar la geometría de la punta de sus gavilanes hasta en varios milímetros) la distancia entre las semiesferas "A" y "B" se llega a hacer mucho mayor y, por tanto, potencialmente rascará aún más.
Usando la explicación de Miguel resulta fácil ver que el fabricante del plumín no puede limitarse a cortar por la mitad el punto una vez soldado al plumín, porque eso dejaría a la semiesfera "B" terminada en una arista cortante, que rascaría horriblemente. Es necesario, una vez hecho el corte, matar el filo de las aristas resultantes en "A" y "B"; a este proceso es a lo que se llama, en la fabricación, "suavizado" del plumín.
Sin embargo, el abusar de este proceso de redondear aristas para obtener plumines muy suaves puede producir otros problemas, más difíciles de resolver. De nuevo recurrimos a la explicación de Miguel para entenderlo:
La bola de iridio se corta con un disco de polvo de
diamante. Aunque el corte es "hacia arriba", y se desbarba
rotándolo con cascarilla de nuez, siempre pueden quedar
rebabas que empeoran la sensación de rascado.
Podemos reducir el rascado que generan los bordes de las
semiesferas si los suavizamos, es decir, quitamos los filos que
antes hemos visto en "A" y "B", además de cualquier
posible rebaba. El resultado será un punto como el de la
figura:
Si la curva resultante en el borde de la esfera tiene la forma correcta, el plumín rascará poco y tendrá un buen flujo. Sin embargo, si por buscar un plumín aún más suave abusamos de redondear los bordes aparece el problema denominado "culito de bebé" ("baby bottom"), que se ilustra en esta figura:
Como vemos, cuando la curva es excesiva la tensión
superficial mantiene la tinta alejada de la superfície del
papel, de forma que es necesario presionar el plumín para
que la tinta alcance el papel. Una vez comienza a escribir, la
tinta fluye entre los gavilanes al papel por capilaridad, pero en
el momento en que el plumín se separe del papel la tinta
volverá a retroceder, y no podrá alcanzar la
superfície del papel.
El resultado es un caso desesperante: el "skipping", es decir,
fallos en el flujo de tinta cada vez que levantamos y volvemos a
apoyar el plumín; también falla en líneas
rápidas transversales, donde el punto salte o se abran los
gavilanes. A la pluma le costará "arrancar", y con
frecuencia tendremos que insistir en trazos, apretando
(¡horror!) como si se tratase de un bolígrafo
recalcitrante.
La estupenda descripción de Miguel no solo nos permite comprender cual es la razón básica de la sensación de rascado en un plumín, sino que también nos sirve para describir otras posibles causas de rascado. En esa descripción hemos supuesto un plumín perfecto, con un punto perfecto. Sin embargo, en muchas ocasiones (especialmente en plumas usadas y/o antiguas), el plumín dista mucho de ser perfecto. Podemos encontrarnos los siguientes casos:
Tanto en pluma moderna como antigua es relativamente frecuente frecuente encontrar que las semiesferas "A" y "B" del punto no están perféctamente alineadas, de forma que una de las puntas está más alta que la otra:
Obviamente este desalineamiento produce el mismo problema que describía antes Miguel, pero ahora la distancia entre "A" y "B" es de décimas de milímetro, en lugar de centésimas, de forma que el plumín rascará horriblemente.
Este problema puede aparecer por manipulaciones o golpes en el plumín, por escribir con el plumín torcido y con mucha presión, o, en el caso de pluma antigua, simplemente porque la presión ejercida por el plumín sobre el alimentador durante más de medio siglo ha terminado deformando plásticamente el alimentador, lo que hace que el plumín apoye en el alimentador más firmemente que cuando salió de fábrica, y por tanto hace que cambie la forma como el punto toca el papel (y, de paso, también hace más seco el flujo de tinta).
En la pluma antigua y usada no es infrecuente encontrar plumines que presentan desgaste en el punto, lo que crea planos en los extremos de las esferas "A" y "B"; en la siguiente fotografía se muestra un ejemplo, bastante exagerado, de estos planos:
(Imágenes usadas con permiso de John Mottishaw) |
Este tipo de planos se producen por el uso debido a tres causas distintas:
Las aristas que crean los bordes de estos planos hacen que el plumín rasque mucho cuando el papel no está perfectamente paralelo a dichos planos.
Finalmente, en la pluma antigua es frecuente encontrar plumines que, tras años de abandono o trato negligente (o intentos de reparación mal hechos) tengan algún gavilán ligeramente retorcido o doblado, o una punta deformada; en la figura se muestra una de las posibles formas en que se manifiesta esta deformación:
Todos estos casos se traducen en que las semiesferas "A" y "B" no estarán perfectamente paralelas, y, por tanto, sus aristas apoyarán en el papel sobre aristas agudas, o bordes mellados, así que rascarán mucho.
Como hemos visto, existen diversas razones para que un plumín rasque, lo que significa que unos plumines rascarán más que otros. Además, la tolerancia al rascado es algo muy personal: una persona se puede encontrar a gusto escribiendo con un plumín que rasque ligeramente, mientras otra puede encontrar insufrible el escribir con ese mismo plumín.
Esta dificultad para valorar cuánto rasca un cierto plumín puede apreciarse en los comentarios que podemos leer en los foros de Internet, y en los libros de reparaciones, donde encontraremos que se usan varios términos distintos (especialmente en inglés) para describir la sensación producida por un plumín al escribir. Ordenados de menor a mayor nivel de rascado, son habituales estos términos:
Es importante hacer notar que la tinta funciona como un lubricante entre papel y plumín, reduciendo la fricción (y, por tanto, la resistencia notada al escribir). Un plumín que en seco tenga "realimentación" frecuentemente pasará a notarse como "suave" al escribir con tinta. Debe también tenerse en cuenta que no todas las tintas lubrican igual de eficientemente, por lo que suele ocurrir que una misma pluma sea muy suave con una cierta tinta, y se note mucho más áspera con tinta de otro fabricante.
Podemos afirmar, sin riesgo a equivocarnos, que la práctica totalidad de los coleccionistas encuentran desagradable escribir con una pluma que rasca tanto como para poder definirse como "que araña" (scratchy) o "con dientes" (toothy). Sin embargo, el decidir si es preferible una pluma "suave" (smooth) o una con "realimentación" (feedback) es algo mucho más personal, porque:
Antes de la invención del bolígrafo la pluma era usada como instrumento de trabajo diario, y la presencia de una sensación de "realimentación" más o menos acusada era lo normal (y el rascado del tipo "arañar" tampoco era infrecuente). Sin embargo, hoy día la pluma se utiliza casi exclusivamente por placer, y se ha extendido entre los coleccionistas una cierta obsesión por tener plumines extremadamente suaves. Esto ha llevado con frecuencia a más de un fabricante de plumas modernas a redondear en exceso el punto de sus plumines; como consecuencia, la aparición de "skipping" en plumas modernas totalmente nuevas se ha convertido, desgraciadamente, en un problema no inusual.
Una vez presentadas las causas por las que un plumín rasca o falla, podemos describir los procedimientos que es posible usar para resolver estos problemas. El primer paso será, por supuesto, diagnosticar correctamente el porqué nuestra pluma rasca o falla al escribir. Dado que los problemas asociados al flujo de tinta (el fallo al empezar a escribir) son mucho más difíciles de diagnosticar que los de rascado, trataremos por separado cada uno de estos problemas.
Si la pluma rasca al deslizarse sobre el papel, el diagnóstico es, obviamente, que la forma o estado del punto en nuestro plumín no es correcta. Para saber exáctamente qué es lo que produce el rascado será imprescindible mirar con una lupa el punto, porque a simple vista es prácticamente imposible detectar ninguna irregularidad.
Teniendo en cuenta el tamaño del punto, cuando hablamos de "lupa" no nos estamos refiriendo a esa bonita lupa de escritorio de 2 aumentos (que sirve apenas para hacernos un poco más fácil la lectura de las letras pequeñas), sino a lupas de al menos 10 aumentos (10x), o más. El número adecuado de aumentos depende del tipo de trabajo que se vaya a hacer, y de las preferencias de cada persona. Mi experiencia personal es la siguiente:
Como he dicho antes, elegir la potencia de lupa más adecuada es algo bastante personal. De los comentarios en los foros de Internet, hay muchas personas (incluidos varios de los reparadores de referencia) que encuentran inútil el uso de potencias por encima de 10x, y prefieren usar buenas lupas de 10x (con ópticas de calidad y/o iluminación incorporada), o incluso lupas de menos aumentos (4x-7x) pero que se puedan montar en las gafas y dejar las manos libres (quien haya visto recientemente a Tom Westerich en un Pen Show habrá podido ver en acción una de estas lupas monoculares de Bausch & Lomb). En cambio, hay también mucha otras personas (incluyendo también reparadores) que encuentran necesario el uso de lupas o microscopios de alrededor de 30x para el trabajo fino sobre puntos.
Una vez que tengamos en nuestra manos una lupa adecuada, echaremos un vistazo con ella al plumín que rasca. En más de un 80% de las ocasiones nos encontraremos con un plumín desalineado, como el que muestra esta figura:
Esto es una buena noticia, porque en muchísimas plumas basta con corregir el desalineamiento (en la forma que se explicará más adelante) para que la pluma quede suave como por arte de magia.
En otras ocasiones nos encontraremos plumines con puntos deformados, o que tienen hechos planos o aristas más o menos evidentes. Como ejemplo, las siguientes fotos (que ya vimos anteriormente) muestran plumines con planos bastante exagerados:
(Imágenes usadas con permiso de John Mottishaw) |
Finalmente, en otros casos no distinguiremos en el plumín ningún defecto evidente que justifique el rascado.
Tanto en el caso de la presencia de planos y/o aristas como en el caso en que no hay defectos evidentes la única solución será aplicar las técnicas de suavizado que se explicarán más adelante.
Si identificar el orígen del rascado es relativamente sencillo, diagnosticar el orígen del "skipping" no lo es en absoluto. Después de haber leído la descripción del orígen del "culito de niño", podemos caer en la tentación de pensar que toda pluma que falla al escribir padece este problema (y también yo he cometido ese error). Sin embargo el "culito de niño" no es más que un problema de flujo irregular, lo que significa que otros problemas de flujo irregular, que no tienen ninguna relación con la forma del punto, pueden producir también los mismos síntomas del "culito de niño".
Es muy importante tener ésto en cuenta, porque la única solución al "culito de niño" es usar abrasivos para modificar la forma del punto, aplanándolo un poco, lo que es irreversible. Por tanto, si diagnosticamos como "culito de niño" lo que no es más que un problema de flujo asociado, por ejemplo, al alimentador, estropearemos el plumín con los abrasivos y seguiremos teniendo el mismo problema de flujo.
Para identificar correctamente un "culito de niño" es conveniente usar un procedimiento sistemático como, por ejemplo, el siguiente:
Si la pluma falla al escribir, y hemos descartado la existencia de cualquiera de estos problemas alternativos, podemos estar bastante seguros de tener un auténtico "culito de niño", y el remedio pasa por aplicar abrasivos al punto para reducir la curvatura de sus extremos, usando las mismas técnicas que se explicarán más adelante para el suavizado (pero aplicando mucha más presión, para retirar más material).
El siguiente dibujo de Miguel muestra la forma que típicamente tiene un plumín con "culito de niño", en la que podemos notar el excesivo redondeo en el punto.
Como ya mencioné anteriormente, si el problema que tenemos son puntas desalineadas en el plumín probablemente estamos de suerte, porque en un porcentaje sorprendentemente alto de ocasiones (típicamente más del 95% en plumas nuevas, y por encima del 70-80% en plumas antiguas) el rascado desaparecerá casi por completo simplemente alineando las puntas.
ADVERTENCIA: ¡¡Si no se realizan con mucha suavidad y delicadeza (y sin prisas), los procedimientos descritos a continuación dañarán irremediablemente su plumín!!
ADVERTENCIA: El punto es una bolita de material soldada al gavilán, y si hacemos fuerza contra esta bolita es muy probable que se suelte del gavilán, lo que dañará el plumín irremediablemente (salvo que se envíe a uno de los reparadores especializados en soldar puntos a plumines -lo que se llama en inglés "retipping"-, que es una operación costosa). Por tanto, en cualquier operación que involucre manipular el plumín se debe ser MUY cuidadoso a la hora de tocar el punto, para evitar forzarlo y romperlo.
La corrección del alineamiento es una reparación sencilla, porque no requiere extraer el plumín de la boquilla. La forma tradicional y bendecida de corregir el desalineamiento de un plumín es empujar con el dedo hacia arriba el gavilán más bajo hasta que sobrepase al otro gavilán, con el fin de que se deforme lo suficiente para que, al dejar en reposo el plumín, ambas puntas queden perfectamente alineadas. En la fotografía se muestra un ejemplo de este procedimiento, aplicado al plumín desalineado cuya foto vimos en el punto anterior:
Cuando realice este procedimiento vaya sin prisas, doblando muy poco a poco el gavilán. Es mucho mejor quedarse corto que pasarse: si se queda corto, sólo se necesita doblar un poco más; si se pasa, será necesario invertir el proceso y doblar hacia abajo el gavilán, y el andar doblando arriba y abajo el gavilán suele terminar produciendole pequeñísimas deformaciones laterales, que hacen que la línea que obtengamos al final sea algo más ancha y de bordes peor definidos de lo que sería si no nos hubiéramos pasado.
La fuerza necesaria para doblar el gavilán varía de plumín en plumín. Como norma general, los plumines de oro (14K o 18K) tomarán la forma más fácilmente que los de acero, y los gavilanes largos requieren hacer menos fuerza que los cortos. Sin embargo, he podido comprobar que cada plumín reacciona de forma diferente, y he encontrado numerosas excepciones a las anteriores reglas, por lo que el mejor consejo sigue siendo ir poco a poco, vigilando frecuentemente con la lupa el alineamiento de las puntas.
Un efecto secundario beneficioso de este procedimiento es que puede aumentar el flujo de tinta en una pluma que escriba algo seca, al aumentar la distancia entre plumín y alimentador. En general, si una pluma escribe seco, pero vemos que el flujo es consistentemente abundante cuando presionamos al escribir, podemos mejorar el flujo símplemente empujando ligeramente hacia arriba, con el pulgar, ambos gavilanes a la vez, de forma que el plumín se separe muy ligeramente del alimentador. Esto debe hacerse muy cuidadosamente, poco a poco, porque es muy fácil pasarse y terminar con un flujo excesivo, una línea muy ancha, o peor aún, un plumín tan separado del alimentador que el flujo se corta, en lugar de incrementarse.
A veces nos encontraremos un plumín con puntas desalineadas pero flujo abundante y en el que, al mirarlo desde el lado, vemos que el plumín ya está considerablemente separado del alimentador. En este caso, y para evitar jústamente el problema de que se corte el flujo por separar demasiado el plumín del alimentador, cambiaremos el procedimiento de reparación y empujaremos hacia abajo el gavilán alto, en lugar de hacia arriba el gavilán bajo; como la distancia a deformar es muy pequeña, y estamos empujando sólo en el extremo del voladizo del plumín, puede hacerse este ajuste sin miedo a producir un doblez en el sitio donde el gavilán toca al alimentador.
Finalmente, si uno de los puntos está torcido lateralmente el alineamiento de las puntas es mucho más complicado, porque mientras no eliminemos esa deformación y dejemos paralelas las bolas del punto el plumín rascará, aun cuando las puntas estén alineadas e independientemente de cuánto las suavicemos.
El consejo de menor riesgo que he leído para corregir esta torsión es el que hacen en su libro Jim Marshall y Laurence Oldfield, y consiste en tirar (o empujar) con los dedos en el ala del plumín donde reside el gavilán doblado. Todavía no lo he podido poner en práctica, así que no puedo asegurar qué resultado da. Existen otras posibles formas de corregir la torsión del gavilán, pero requieren un contacto peligroso con el punto (o sus proximidades), por lo que prefiero no contarlas aquí, para evitar que alguien rompa por accidente el punto de su plumín.
Si necesitamos llegar hasta esta parte del artículo es que tenemos una pluma con las puntas perfectamente alineadas, con buen flujo, pero que, aun así, sigue rascado y enganchándose con el papel de una forma insufrible. No nos queda más remedio, pues, que sacar los abrasivos para suavizar con ellos el punto.
ADVERTENCIA: Las técnicas descritas a continuación requieren quitar material del punto mediante abrasivos. Este proceso es irreversible; por tanto, si no se realizan con mucha suavidad y delicadeza (y sin prisas), cualquiera de los procedimientos descritos a continuación dañará irremediablemente su plumín
ADVERTENCIA: La única forma de aprender a medir cual es la presión correcta sobre el abrasivo, o cuándo un punto está suficientemente suave, es con la práctica. Usando los materiales adecuados, y con práctica, podrá conseguir resultados razonablemente buenos en no mucho tiempo. Por el camino, sin embargo, habrá dejado algún que otro plumín estropeado; obviamente no resultaría agradable que ese plumín fuera el de su pluma nueva, la que le costó 300 Euros. Recuerde, por tanto: PRACTIQUE ESTAS TECNICAS CON PLUMAS BARATAS ANTES DE PENSAR SIQUIERA EN APLICARLAS A PLUMAS DE VALOR.
Cuando un coleccionista principiante comienza a buscar en Internet información sobre cómo suavizar plumines, uno de los primeros problemas es que encuentra referencias que describen un proceso llamado "smoothing" mezclado con referencias sobre otro proceso distinto llamado "grinding", y debe distinguir cual de los dos es el que necesita.
Tanto el proceso de "smoothing" (que llamaremos en adelante "suavizado") como el proceso llamado "grinding" (que en adelante castellanizaremos por "dar forma") consisten en quitar material del punto mediante abrasivos; la diferencia entre ellos es su magnitud:
El dar forma a plumines es un proceso artesanal, realizado por reparadores especializados, y que se sale del ámbito de este artículo. Por lo tanto no volveremos a hablar sobre él, y todo lo que se cuente en esta sección se aplicará exclusivamente al suavizado ("smoothing") de plumines.
Como ya se ha dicho, el proceso de suavizado consiste en retirar del punto pequeñas cantidades de material mediante el uso de abrasivos. El emplear para este proceso el tipo correcto de abrasivo es la diferencia crítica entre conseguir un resultado correcto o estropear el plumín irremediablemente.
Para el reparador aficionado de plumas la cantidad de información accesible por Internet sobre suavizado de plumines es casi abrumadora. Sin embargo, mucha de esta información puede ser directamente nociva para la salud de su plumín. En los foros de plumas es fácil encontrar posts de aficionados que afirman haber obtenido plumines muy suaves usando abrasivos de lo más variopinto, y que defienden con vehemencia el uso para el suavizado de materiales tales como:
Desgraciadamente, todos estos materiales son abrasivos muy gruesos, equivalentes, en el mejor caso, a un grano 2000 (cuanto mayor el número del grano, más fino es el abrasivo), y un grano 12000 comienza ya a ser excesivamente grueso para el suavizado.
Por tanto, estos abrasivos sólo son válidos, realmente, para el proceso de "dar forma" al plumín. En la práctica, ésto significa que todos los que han usado estos materiales han sentido el plumín más suave, símplemente, porque le han hecho un enorme plano, que es la peor forma posible de suavizar el plumín (crea aristas en los bordes del plano, y destruye toda su personalidad).
En mi experiencia personal, el único material que debe usarse para el suavizado de plumines es el llamado "lapping film", que es un abrasivo especializado empleado en telecomunicaciones para el pulido de terminaciones de fibra óptica. Este abrasivo consiste en una película de material plástico muy resistente, pero delgado y flexible (hecha de mylar), sobre una de cuyas caras se ha fijado un compuesto abrasivo de grano extraordinariamente pequeño.
Este tipo de abrasivo está disponible en distintos grosores de grano (típicamente 0.3 µm, 1 µm, 3 µm, 5 µm y 9 µm , aunque existe también el grano de 0.1 µm). En la práctica he encontrado que el tamaño de 0.3 µm es el único necesario para el suavizado de plumines, y sólo empleo las hojas de los otros grosores para quitar material rápidamente del punto si quiero dar forma a un plumín que tenga el punto roto y quiero aprovecharlo como plumín "stub".
(Como nota al margen, debo confesar que, al igual que la mayoría de los aficionados, no descubrí desde el principio la necesidad de usar este "lapping film", y mis primeros intentos de suavizado, siguiendo los consejos de Da Book, fueron usando papel de lija de 2000, con una lupa de 10x. Cuando, años después, comencé a usar el abrasivo de 0.3 µm y la lupa de 30x me dí cuenta del horror que había hecho en aquellos primeros plumines; algunos los he podido recuperar bien, pero otros han quedado como recordatorio de lo imprescindible que es aprender con plumas baratas...).
Al ser un abrasivo muy especializado, el "lapping film" no es fácil de localizar, y menos en hojas sueltas (salvo que uno trabaje en una empresa que instale cableados de redes de datos con fibra óptica). Afortunadamente, la mayoría de los tratantes y reparadores de plumas venden este tipo de abrasivos por hojas, a precios moderadamente razonables. Además, aunque el abrasivo se degrada con el uso, esta degradación es muy lenta (y la película degradada funciona aún mejor que la nueva, porque es menos agresiva con el plumín). Por tanto, para un aficionado normal, que no se dedica profesionalmente a la reparación de plumas, una de estas hojas de abrasivo le durará prácticamente toda la vida.
No existe, por tanto, excusa ninguna para usar materiales "caseros" para el suavizado de plumines. Quienquiera que dañe un plumín de 100 Euros, usando papel de estraza o lima de uñas, por ahorrarse 10 dólares en abrasivos de calidad tiene lo que se merece...
ADVERTENCIA: No se deje engañar por el tamaño microscópico del grano. Incluso el abrasivo de 0.3 µm arrancará material del punto a una velocidad de vértigo si apretamos mucho. El usar el abrasivo adecuado no nos da inmunidad para apretar todo lo que queramos al suavizar; lo único que garantiza su uso es que, aplicado con una presión adecuada (muy pequeña al inicio, casi imperceptible al final), arrancará la mínima cantidad posible de material de los puntos de fricción, y dejará una superfície extremadamente pulida y homogénea, obteniéndose así un plumín suave sin que cambie perceptiblemente su forma.
Respecto a decidir si usar los abrasivos húmedos o secos, es cuestión de preferencias. Ciertamente, usar el abrasivo húmedo (por ejemplo, con la pluma cargada de tinta o de agua) lo hace menos agresivo, pero lo encuentro muy engorroso y sucio, y si se usa con tinta resulta casi imposible distinguir con la lupa los puntos donde se requiere aplicar el abrasivo. Por su parte, la aplicación en seco permite ver en todo momento lo que se está haciendo, y manipular el plumín sin mancharse las manos, pero requiere emplear un toque muy suave con el abrasivo, y no permite apreciar cual será el efecto lubricante de la tinta sobre el plumín ( lo que puede llevarnos a suavizar en exceso un plumín que, en seco, parecía seguir rascando un poco).
Personalmente, prefiero usar el abrasivo en seco, y suavizar el plumín hasta que deslice sobre el papel con una mínima realimentación; después cargo de tinta la pluma, y retoco con el abrasivo si aún fuera necesario.
Tanto en Internet como en algunos libros de reparación de plumas (como Da Book), la forma aconsejada de suavizar el plumín es colocar la hoja de abrasivo sobre una superficie plana, y dibujar sobre ella con la pluma figuras de ocho y círculos, girando el plumín de lado a lado en la mano para evitar hacer un plano.
Sin embargo, personalmente encuentro esta forma de trabajar excesivamente dura con el plumín. Ya he comentado anteriormente que incluso un abrasivo tan suave como el de 0.3 µm es capaz de quitar mucho material del punto en cada pasada, aún usando una presión moderada.
Después de haber visto con la lupa de 30x cómo queda el punto después de usar el método de dibujar ochos y círculos, mi opinión personal es que usando ese método es demasiado fácil producir pequeños planos en el plumín, y el resultado final suele ser poco satisfactorio (en la práctica sólo utilizo el método de dibujar ochos como último recurso, cuando hay en la hendidura algún punto que rasca, invisible a la lupa de 30x, y que no consigo eliminar de ninguna otra forma).
Sin embargo, se pueden conseguir consistentemente resultados muy aceptables, con un mínimo desgaste en el punto, usando el método de sostener la pluma en el aire con una mano y aplicar al punto el abrasivo con la otra. Este método tiene el inconveniente de que es más difícil conservar en el plumín el "punto dulce" (sweet spot), es decir, la zona ligeramente aplanada donde el punto hace contacto con el papel, y que permite al punto deslizar sobre una película de tinta. Normalmente, al aplicar el abrasivo con la mano se tiende a redondear este "punto dulce", y dejar al punto sin una zona bien definida en la que hacer contacto con el papel. Sin embargo, encuentro que este método me permite tener mucho más control sobre dónde hace contacto el abrasivo con el plumín, y sobre la presión ejercida al deslizarlo.
El procedimiento de suavizado, usando este método, es como sigue:
Eso es todo. Esperamos que algo de toda la información contenida en este artículo le haya resultado de interés. Buena suerte con sus intentos de suavizado, y recuerde: ¡¡aprenda usando plumas baratas!!.
Pablo Pérez Trabado y Miguel Huineman.
Agosto 2011